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jueves, abril 25, 2024
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Todo llega en el momento correcto

Para muchos, si no todos, es sabido que las circunstancias por las que la mayoría de inmigrantes atraviesa al llegar a Estados Unidos, no son fáciles.  Entre los motivos del viaje están la mejora económica, ayudar a la familia, estudiar, crecer y tener un futuro mejor. Éste fue el caso de Mavi Barraza quien llegó al país junto con su familia, queriendo desde muy niña estudiar y tener una carrera. Si bien no fue fácil alcanzar su sueño, la gracia de Dios y su propio empeño, la ayudaron a superar los obstáculos y salir adelante.  Aquí su historia.

Dejé mi país en septiembre de 1991. Precisamente, poco después de haberme graduado de sexto año. Creo que fui una de las pocas niñas de esa generación, que a muy corta edad sabía lo que quería. Mi mayor sueño era terminar una carrera universitaria. Constantemente me imaginaba el día en que finalmente me llamaran…Licenciada Barraza.

Cada noche, al rezar, le pedía a Dios que me permitiera llegar a ese día que tanto anhelaba. Desafortunadamente, al llegar a Estados Unidos mis sueños se vieron afectados, ya que las prioridades habían cambiado. Ahora lo importante era comer antes de estudiar, o al menos, así lo creía mi padre quien no estaba de acuerdo con que yo asistiera a la escuela, e insistía en que lo mejor era buscar un trabajo para mí.

Pasó el tiempo y mi vida tomó un rumbo completamente diferente. A los 17 años, después de comenzar una vida independiente de mis padres, decidí que buscaría llevar mi sueño adelante. Me inscribí en un curso de GED intensivo y en tres meses, después de recibir mi certificado, ya estaba tomando clases en el Community College of Denver (Colegio Comunitario de Denver), donde cursé casi dos años de estudio básico. Era un sacrificio muy grande salir cada mañana de casa en transporte público, para llegar a casa de la niñera que cuidaba a mi pequeña hija, mientras yo estudiaba. También trabajaba para cubrir los gastos, tanto de la casa como de mi bebé, y los míos, claro está.

Después de dos años de estar estudiando en el college, tuve que dejar mis estudios. Había perdido mi trabajo. Aun así, nunca perdí la fe en que Dios contestaría mis oraciones. Él sabría el momento indicado en que yo regresaría a estudiar. Y así fue. En Agosto de 2010, recibí una llamada de un amigo para comentarme que se había abierto una universidad enfocada en negocios y que contaba con posibilidades de pago muy accesibles. Además, que el programa para el que trabajaba podría ayudarme con una beca de hasta tres mil dólares. No cabe duda que Dios sabe en qué momento… ¡el momento era preciso!

En ese entonces yo atravesaba por una depresión severa, después de haber perdido a mi mejor amiga (víctima de cáncer al seno). Y el pensar en regresar a la escuela me motivó. Lo confieso.

Inmediatamente me comuniqué con Colorado Heights University, donde me brindaron toda la información que necesitaba y los pasos a seguir para matricularme. Después de visitar la universidad me quedé muy impresionada con el trato que recibí y con los precios tan bajos que ofrecían. Incluso, la colegiatura era aún más barata que la de un colegio comunitario y estaría recibiendo clases en una universidad privada y con algunos de los profesores que imparten clases en universidades reconocidas de Denver.

Esta oportunidad no podía dejarla pasar. Inmediatamente me matriculé y comencé con mis estudios. Las clases eran pequeñas (no más de 15 alumnos por clase), por lo tanto no tuve problema en ponerme al corriente. Gracias al programa tan completo de la universidad, el pasado 28 de abril recibí mi Licenciatura en Negocios Internacionales (en poco menos de tres años) y ahora voy por la maestría.

Fue una gran oportunidad para demostré que pude y puedo; y que mis hijas pueden ver en mí un modelo, de que cuando se quiere lograr algo, hay que luchar por ello. Siempre con fe, con decisión y con mucho empuje.

 

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