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viernes, abril 19, 2024
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MITOS Y VERDADES: Los católicos adoran las imágenes

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MITO

Los católicos cometen idolatría porque dice en Éxodo 20,3-4: “No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto”.

VERDAD

Llamar a los católicos idólatras por tener imágenes de Cristo o de los santos se debe a un malentendido o ignorancia de lo que la Biblia verdaderamente enseña sobre el buen y mal uso de las estatuas o imágenes. No podemos tomar solo un versículo aislado, sino que debemos interpretarlo según la enseñanza completa de la Biblia.

Lo que encontramos en las Escrituras es que Dios prohíbe la adoración de las estatuas, pero no su uso religioso. De hecho, Dios llega a mandar que se hagan imágenes en un contexto religioso cuando manda a construir el Arca de la Alianza: “Harás, además, dos querubines de oro macizo” (Ex 25,18-20; otros ejemplos: 1 Cro 28,18-19; Ez 41, 17-18).

Por lo tanto, “No te harás escultura ni imagen” debe interpretarse según la oración: “No tendrás otros dioses fuera de mí”, si no, estaríamos diciendo que Dios se contradice.

Los católicos usan las estatuas e imágenes para recordar a la persona representada y su ejemplo (Heb 13,17), así como vemos el retrato de una madre. También las usan para enseñar, algo que tienen en común con muchos protestantes.

Hay una diferencia entre “honrar” o “venerar” y “adorar”. La adoración está reservada para Dios y sería idolatría adorar a alguien más como a Dios. Así pasó con el becerro de oro que los Israelitas construyeron y adoraron (Ex 32). La “veneración” y el “honor” se pueden usar como señales de respeto y admiración a los seres humanos. El acto de hincarse también puede ser un acto de respeto y no necesariamente de adoración, como se ve en muchas culturas del mundo que se hincan o hacen reverencia a los mayores o sus líderes.

Los judíos tenían prohibido pintar a Dios porque era imposible. Sin embargo, eso cambió con la Encarnación de Jesús, pues Dios tomó una imagen al hacerse hombre.

Los católicos no adoran a las estatuas o a los santos. No veneran a las estatuas, sino a las personas que estas estatuas representan.

No les “rezan” como si fueran Dios, sino que les piden por su intercesión, pues debemos orar unos por otros (St 5,16).

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