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jueves, marzo 28, 2024
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La teología moral: Una luz para el camino

Lo que el cristiano hace en la sociedad tiene valor moral y afecta grandemente su vida: lo que opina, decide, apoya, por lo que vota… No es raro ver católicos vivir una doble vida, dividida entre lo que creen y lo que hacen fuera de la iglesia.

Sin embargo, con tal segmentación, el hombre no puede llegar a ser lo que está llamado a ser: santo; sino que se queda atrapado en una vida quebrantada e incompleta.

La doctrina moral de la Iglesia es una luz dada por Dios al hombre, mostrándole la manera de vivir para alcanzar la felicidad en este mundo y plenamente en el siguiente.

No obstante, muchos católicos no están de acuerdo con ella, especialmente en cuestiones que implican la vida social: leyes de aborto, matrimonio, elecciones, inmigración…

Existe la opinión que la Iglesia sobrepasa sus límites al hablar de tales asuntos, pues busca imponer su forma de pensar sobre católicos y no católicos en cosas que no tienen nada que ver con la religión.

¿Es este el caso? ¿Cómo tiene la Iglesia el poder de decirme cómo debo comportarme? ¿Quién está obligado a escuchar?

Autoridad para enseñar

“La autoridad para enseñar sobre cuestiones morales proviene de Cristo”, dijo Terrance Wright, profesor asociado de filosofía en el Seminario St. John Vianney de Denver.

El valor moral de sus enseñanzas se hace evidente en el Evangelio: “‘Si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos’”.

Además, quiso que sus instrucciones y manera de vivir se proclamaran a todo el mundo: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos… enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes”.

La forma cristiana de vivir es para todo ser humano porque es también racional y no sólo una cuestión de fe.

“Por eso la Iglesia habla de la ley natural, que es el entendimiento humano y racional de la ley divina”, explicó Wright.

Es decir, el hombre tiene la capacidad de conocer y hacer el bien y el mal. La ley divina, dada por Dios, ilumina al hombre y lo ayuda a ver esto con más claridad, ayudándolo a actuar de acuerdo con el bien.

Un mensaje para todos

“La Iglesia no solamente se refiere a los fieles [católicos]”, dijo Wright. “Habla la verdad moral y la verdad es universal”.

Por ser universal, la verdad afecta a todo ser humano, se considere creyente o no.

Por tanto, la Iglesia llama a cada hombre y grupo social a reconocer la verdad y grandeza de la dignidad humana – pues es, como dijo San Juan Pablo II, “una experta en humanidad”.

Así, se ve que la misión del Magisterio no es controlar a los hombres o civilizaciones, sino guiarlos a la verdad y justicia.

Sabiendo que su mensaje “está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano”, es capaz de “[devolver] la esperanza a quienes desesperan”.

Dos esferas 

Detrás de la idea que la Iglesia no debería hablar sobre temas seculares, yace un concepto erróneo de la vida: que está dividida entre lo privado y lo público. Lo que uno hace en la Iglesia no tiene que ver con lo que uno hace en el mundo.

Tal fragmentación también implica que el cristiano no ha de “imponer” sus opiniones a los demás fuera de la iglesia.

“Estrictamente hablando, en nuestra sociedad todos imponen algo sobre alguien más”, dijo Wright. “Siempre hay personas intentando convencer a grupos o individuos sobre la manera de proceder.

“Así pues, es injusto que a un cristiano se la prohíba opinar y dejar que los demás apliquen su manera de pensar sobre él”.

Al contrario, la misión de los laicos es afectar el orden social par contribuir a su santificación.

Creencia y acción 

“[Lo que creemos] debería influir en lo que hacemos en el mundo: nuestras decisiones políticas y lo que apoyamos o no”, dijo Wright.

“Si uno respalda las políticas que no reconocen la dignidad de la persona o de la familia [como el aborto y la eutanasia, entre otras], uno se ubica fuera de la enseñanza social de la Iglesia”, agregó.

“No es fácil mantener la unión entre nuestra fe y nuestro papel en el mundo: somos pecadores”, prosiguió Wright. “Pero aún así, animo a las personas a que se tomen el tiempo para aprender sobre el Magisterio de la Iglesia… y pensar en cómo pueden ponerlo en práctica”.

“Ser cristiano no es fácil, uno tiene que pasar por la senda estrecha”, concluyó. “Pero entre más se comprende, más fácil es”.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez es el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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