En la actualidad es común escuchar a muchas personas quejarse porque se sienten cansados y con poca energía, e incluso, con la mente confundida. Estos malestares pueden atribuirse a los largos días de trabajo, al estrés o hasta a ciertas temporadas del año. Pero aunque estos podrían ser algunos factores que alteren el rendimiento de una persona, lo más seguro es que muchos de los síntomas que el cuerpo sufre, estén relacionados directamente con la alimentación. Y la situación puede ir más allá de ello y llevar a un final no muy feliz.
De acuerdo a la nutricionista Malena Perdomo, “así como una buena alimentación es la clave para una vida saludable, una mala alimentación aumenta el riesgo de contraer enfermedades”. De ahí, la importancia de conocer historias reales que nos ayuden a tomar mayor consciencia sobre este tema, y sobre todo, a hacer algo al respecto.
El caso de Gina
“Este mes se han cumplido 9 meses de la muerte de mi hermana”, recuerda Mónica Rascón, quien perdiera a su hermana Georgina (Gina) a causa de Leucemia o cáncer en la sangre, como comúnmente se le conoce. Gina fue diagnosticada con Leucemia luego de padecer de anemia aguda. Según la información que Gina en vida compartiera con su familia, la mala alimentación jugó una parte importante en el desarrollo de su enfermedad.
“Debido a sus labores familiares y su trabajo nocturno, Gina se mal pasaba mucho, comía y dormía muy poco y eso definitivamente le afectó”, agregó Mónica.
Asimismo, la nutricionista Perdomo aseveró que “una mala alimentación puede aumentar el peso corporal de una persona poniéndolo en riesgo de obesidad y elevando con ello las posibilidades de contraer ciertas enfermedades. Pero también puede ocurrir lo opuesto. La persona se mal nutre, baja de peso, y baja su sistema inmunológico”.
Sobreviviente de cáncer
Rita es una mujer de 76 años de edad, sobreviviente de cáncer de mama desde hace cinco años. Su buena alimentación le ha salvado la vida. “Altos niveles del colesterol, azúcar y la presión arterial, ése fue el diagnóstico que me dio mi médico hace cuatro meses”, dijo la mujer al comenzar su relato. “Me dijeron que estaba a punto de convertirme en diabética y que podría darme un derrame cerebral en cualquier momento”. Al escuchar las palabras del doctor, Rita tomó la decisión de cambiar su manera de alimentarse. Optó por una dieta basada en plantas, dejó los azúcares, incrementó su porción diaria de vegetales y frutas; además de tener más actividad física. “Me enfoqué en comer una dieta Mediterránea, trato de comer más frutas y vegetales, y eliminé las grasas”, comentó.
Cuatro meses después del diagnóstico original y después de los cambios alimenticios que Rita implementó, sus niveles de glucosa, colesterol y presión arterial se normalizaron “y además bajé 15 libras”, añadió sonriente la entrevistada.
En el caso de estas dos mujeres la alimentación jugó un papel muy importante y definitivo en su salud y de esa misma manera, la historia podría repetirse en muchas personas de nuestra comunidad.
Cambios alimenticios, la clave
La lista de enfermedades (físicas o emocionales) y los malestares que pueden prevenirse con la alimentación es extensa: Diabetes tipo 2, hipertensión, problemas del corazón y ciertos tipos de cáncer, depresión, entre otros, dijo la nutricionista Perdomo.
Por ello, Perdomo recomienda hacer cambios inmediatos para conseguir un beneficio a la salud. Ella sugiere limitar o de ser posible eliminar las bebidas y alimentos azucarados, consumir menos sal y grasa y mantenerse activos. “Si toma soda empiece por sustituirla por te, agua carbonatada con limón, o jugo hecho en casa. Coma un mínimo de 2 frutas y 3 porciones de vegetales por día. Si ya está consumiendo esta cantidad, entonces haga lo posible por aumentar la cantidad de 5 a 9 porciones de frutas y vegetales diarios”, acotó.
La nutricionista también recomienda seleccionar los productos lácteos y los cortes de carnes que sean bajos en grasa, sustituir la manteca por aceite de oliva y reducir el consumo de sal. Además, sugiere mantenerse activo realizando una hora o más de ejercicio cardiovascular, como por ejemplo, una caminata a paso intenso.
“Cuídese para gozar la vida, nunca es tarde para mejorar los hábitos con buenos alimentos” finalizó.
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