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viernes, abril 19, 2024
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Era una exitosa estrella de baloncesto, pero prefirió convertirse en monja enclaustrada

Por, Makena Clawson.

Shelly Pennefather, llevó a al equipo femenil de baloncesto de la preparatoria Bishop Machebeuf a la victoria en cada partido en el que jugaba.  Sus compañeros y amigos no se sorprendieron al enterarse de que ella jugaría en el equipo universitario para Villanova y luego profesionalmente en Japón.  Tampoco fue sorprendente enterarse de la vocación religiosa de Shelly, lo sorprendente fue la orden que eligió.

En 1991, Shelly condujo a Alexandria, Virginia, donde ingresó al Monasterio de las Clarisas.  Ahí se convirtió en una monja enclaustrada y comenzó una vida radical que incluía salir descalza como penitencia y pobreza, y rezar todas las horas del Oficio Divino, incluyendo en horas de la madrugada.  Esto también significaba que no vería a su familia durante 25 años hasta después de su profesión, excepto dos veces al año detrás de una pantalla transparente donde no podía tener contacto físico con ellos.

“Me sorprendió que eligiera una orden de claustro… No me sorprendió en lo absoluto que eligiera una vocación”, dijo Annie McBournie, compañera de clase y amiga de Pennefather.

La historia de Shelly apareció recientemente en la cadena ESPN, donde se relató cómo Pennefather dejó de ser la jugadora de baloncesto femenina mejor pagada del mundo en 1991, para vivir una vida al servicio del Señor, como una Clarisa pobre.  Pennefather tomó el nombre de hermana Rose Marie de la Reina de los Ángeles. 

El pasado mes de junio, la hermana Rose Marie celebró su 25 aniversario de profesión solemne, un momento muy esperado en el que pudo saludar a su familia fuera de la pantalla, algo que no volverá a suceder dentro de otros 25 años.

Compañeros del equipo de Villanova, amigos, compañeros de clase y familiares se hicieron presentes.  Finalmente pudo abrazar a su madre de 78 años, probablemente por última vez.

Su amiga McBournie no pudo asistir, pero dijo que visitará a la hermana Rose Marie este otoño.  Ambas se han mantenido al día a través de cartas, por lo que tiene permitido visitarla en el monasterio.

Pennefather asistió a la escuela preparatoria Bishop Machebeuf en Denver de 1980 a 1983, antes de transferirse su último año debido al trabajo militar de su padre. Ella dejó la escuela con un récord de 70-0, mientras jugó baloncesto. “Durante toda su carrera de preparatoria, nunca perdió un partido” dijo McBournie.

Shelly Pennefather, en esta foto de los archivos de la Arquidiócesis de Denver. (Cortesía: James Baca)

McBournie era una porrista y amiga de la hermana Rose Marie durante sus años en preparatoria, pero una amistad más profunda comenzó 10 años después de graduarse.  El hermano de Rose Marie, Dick, llamó a McBournie antes de la Jornada Mundial de la Juventud en Denver en 1993, cuando McBournie se encontraba en el área.  La hermana Rose Marie se acababa de unir a las Clarisas y ellos se habían reunido para hablar sobre un proceso de duelo que atravesaba la familia. Dick le mencionó que podían escribirle a la hermana Rose Marie tantas cartas como quisieran y que un día al año, en la Fiesta de la Epifanía, ella les respondería.

“A partir de ese momento, le he estado escribiendo todos los años”, dijo McBournie.  Ella le envía a la hermana Rose Marie actualizaciones sobre la vida, fotos de sus reuniones de secundaria y solicitudes de oraciones.

“He sido testigo de su viaje a través de estas cartas”, agregó.  Cuando el padre de la hermana Rose Marie murió, poco tiempo después de ingresar al monasterio, no pudo salir para ir al funeral.  McBournie vio lo difícil que fueron esos sacrificios para ella, especialmente en los primeros años de su vocación.  Pero ahora las cartas muestran la alegría de la hermana Rose Marie.

“En los últimos 5 a 10 años, la veo diciendo: ‘Soy muy bendecida de poder hacer esto’”, dijo McBournie, “Está muy alegre”.

Un compañero de clase de Machebeuf le pidió a McBournie la dirección de la hermana Rose Marie para divertirse un poco.  Le envió un billete de $20 con una nota que decía que podría usarlo en fumar y una botella de vino.  La hermana Rose Marie no perdió el sentido del humor en su carta anual y respondió que “compré incienso y bebí del cáliz”, contó McBournie.

Pero la carta también provocó el comienzo de una amistad.  Este compañero de clase continuó escribiéndole e incluso asistió al 25 aniversario.

La hermana Rose Marie celebró recientemente el 25 aniversario de su profesión de votos con las Clarisas. Pudo abrazar a sus amigos y familiares por primera vez en 25 años. ESPN estuvo allí para cubrir la ocasión. (Cortesía: Mary Beth Bonacci)

“Sus cartas siguen siendo muy graciosas y aún muy sarcásticas”, expresó McBournie.  También recuerda que la hermana Rose Marie era reservada y tranquila en la preparatoria, se centró más en la escuela y el baloncesto que en cualquier otra cosa.  Su padre estaba en el ejercito y la familia era muy disciplinada, pero tenían un buen sentido del humor e ingenio rápido, según su amiga.

“Su espiritualidad impregnaba su existencia desde que era joven”, expresó.

David Domínguez, estaba unos años por delante de la hermana Rose Marie en Machebeuf, pero recuerda lo disciplinada que era y el talento que tenía.  Él se denominó a sí mismo como el porrista de la hermana. “Si el puntaje era muy cerrado comenzábamos a gritar ‘¡Shelly! ¡Shelly!’”, dijo Domínguez.  “Era una de mis porras favoritas”.

Shelly Pennefather (# 15) tuvo un récord de 70-0 jugando baloncesto para la escuela Machebeuf en la década de 1980. Luego jugó para Villanova y después profesionalmente en Japón. (Cortesía: Villanova Athletics)

Domínguez hacía ejercicio en el gimnasio de la base de la Fuerza Aérea, donde la hermana Rose Marie entrenaba y jugaba baloncesto con su padre y su hermano. “Sabía que tenía habilidades increíbles… era algo mágico”, dijo.

También sabía que Shelly era diferente.

“Ella vivía por un propósito diferente a los demás”, expresó.

Pese a que ha cambiado su camiseta de baloncesto por el hábito, la devoción y personalidad de la hermana Rose Marie se han permanecido igual.

Aunque la hermana Rose Marie solo puede escribir una carta al año y rara vez puede recibir visitas, su amistad e influencia van mucho más allá de los muros del monasterio.  McBournie dijo que sus cartas anuales las han acercado más que en la escuela preparatoria.

“Espero su carta todos los años”, finalizó.

 

Traducido y adaptado del original en inglés por Rocio Madera.

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