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jueves, abril 18, 2024
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El Evangelio nos llama a trabajar en unidad

(Foto de Catholic News Agency)

Por: Alfonso Lara

La fiesta de Pentecostés nos recuerda la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y en la cual conmemoramos el nacimiento de la Iglesia. La Escritura nos narra que se encontraban reunidos cuando recibieron el Espíritu Santo y llenos del mismo, salen a predicar el Kerigma a todos en Jerusalén, sin importar las consecuencias ¡Todos entendían sus palabras!

Solo puedo imaginarme la emoción que los Apóstoles sintieron en esos momentos: la alegría de saber a su Maestro resucitado y a la derecha del Padre, el ánimo alegre y la seguridad que debe haberlos hecho sentir el Espíritu Santo con su llegada. El valor impetuoso de salir a predicar la Buena Nueva por todo el mundo a los demás. Ellos llevaron adelante la misión del Evangelio por todo el mundo y dieron un testimonio alegre de su experiencia con el Señor Jesús. La misma experiencia que los llevó a entregar su vida hasta el final sin importar los riesgos y consecuencias.

Es así como el Evangelio logra su misión: con conflicto. El Evangelio crea conflicto con el cambio que produce, ¡pero este cambio produce algo nuevo! ¡produce algo bueno! Cambia a individuos, a grupos y comunidades, después a una nación y, por último, al mundo entero.

Si las personas cambian, también las prácticas cambian y así las estructuras y las instituciones. Este es el caso de mi equipo completo y nuestra reciente integración a la Oficina de Evangelización de la Arquidiócesis. Hemos dejado nuestras oficinas en Centro San Juan Diego y nos hemos trasladado a las oficinas de la Arquidiócesis, pero lo más importante es que no hemos dejado de servir a quien habla español y necesita apoyo y asistencia en su ministerio.

¡Este es un gran cambio! Un cambio que trae consigo retos y oportunidades. Uno de los más importantes es continuar promoviendo y alcanzar la completa integración de nuestro equipo en la estructura diocesana y la perfecta integración de los Hispanos/Latinos en la vida y misión de la Iglesia y la sociedad. Ahora desde dos lugares, no solo Centro San Juan Diego. Vamos a hacerlo juntos desde Centro y desde las oficinas de la arquidiócesis, es decir, el lugar mismo donde se toman las decisiones para la Iglesia diocesana. No solamente en las decisiones que impactan o benefician a algunos pues eso somos: una Iglesia. Podemos hablar diferentes idiomas, podemos haber venido desde diferentes lugares del mundo, pero como bautizados, somos Uno en Cristo. Somos parte del mismo Cuerpo Místico de Cristo. Somos una Iglesia.

Los católicos hispanos/ latinos hemos contado siempre con el apoyo de nuestro Arzobispo. Él ha acompañado a nuestra comunidad y confía en nosotros; nos ha apoyado con recursos para crecer y formarnos. De esta forma, nuestra Arquidiócesis llegó a tener una de las oficinas más grandes en este país para servir a los que hablamos español. Tenemos un Centro para nuestro ministerio y necesidades, además de un gran talento humano y programas para nuestra superación integral, sobre todo, para avanzar la causa del Evangelio en la Iglesia en Colorado.

Esto no va a cambiar. Al contrario, ¡va a mejorar!

¡Juntos podemos hacerlo! Juntos debemos crear este conflicto que nos provoca el Evangelio. Un conflicto que trae la renovación personal y de nuestra Iglesia. Que, así como cambió la vida y experiencia de los apóstoles y discípulos, cambie nuestra forma de pensar, de ser y de actuar en nuestra Iglesia. Un conflicto que no separe sino que nos una. Esto es hacer nuevo el Evangelio de Jesús.

Que éste Pentecostés, nos llene del mismo Espíritu Santo que invadió a la Iglesia naciente y que podamos ser “La comunidad que está llamada a experimentar la presencia mística del Señor Resucitado y a ser hermanos por compartir la Palabra y la Eucaristía” como lo pide el Papa Francisco en su reciente Exhortación Apostólica “Regocijaos y alegraos”.

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