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viernes, marzo 29, 2024
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Cómo discernir la voluntad de Dios

Por: Padre Ryan O’ Neill

Dios le habló a Abram. Moisés vio la zarza ardiente y escuchó la voz de Dios.

El joven Samuel Dios lo despertó cuando dijo su nombre en el santuario. Simón Pedro fue confrontado por Jesús después una pesca milagrosa. En todas estas hermosas historias, Dios habla y actúa muy clara y obviamente en torno a la vocación de una persona en particular.

El principal conflicto que encuentro en los jóvenes que están discerniendo la voluntad de Dios, es una ignorancia sobre cómo escuchar la voz de Dios. Dios nos habla de varias maneras. Dios habló y la creación nació. La belleza de la naturaleza nos puede hablar a nuestros corazones y almas, porque es la palabra implícita de Dios presentándose constantemente ante nosotros.

¿Cuántos de nosotros escuchamos a Dios hablarnos a través de la creación y la belleza natural? Si no podemos darnos cuenta de la llamada de Dios mediante los niveles básicos de comunicación, ¿cómo esperamos escucharlo en los modos más espirituales y refinados?

Dios nos habla a través de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y nuestros deseos. ¿Nos damos el tiempo durante el día de reflexionar sobre nuestros pensamientos o nuestros sentimientos? Quiero hacer una pausa por un momento antes de decir, deseos.

Muchos jóvenes con los que hablo sobre la vocación a menudo me dicen que ellos saben que Dios les llama a casarse o al sacerdocio porque eso es lo que ellos desean. No estoy de acuerdo. Solo porque tú desees casarte con un joven apuesto, no significa que así será.

Hay muchos factores que deben estar en su lugar para que una mujer en particular se case con un hombre en particular. Y solo porque tú desees ser una hermana religiosa, no significa necesariamente que Dios esté llamándote. El llamado es diferente al deseo. Creo que el deseo puede ser un indicador del llamado, pero no podemos decir que el llamado y el deseo son lo mismo.

Cuando yo era joven, tenía un fuerte deseo de casarme y tener hijos. Mi vida se movía en esa dirección, hasta que empecé a dejar de lado mi deseo y abrí mi corazón al plan de Dios para mi vida. Nunca deseé ser un sacerdote hasta que comencé a discernir la voluntad de Dios.

Comparto esta historia porque estoy preocupado de que muchos jóvenes adultos suponen que su deseo inicial debe ser la voluntad de Dios y nunca se toman el tiempo de aprender a discernir. Otro principio básico del discernimiento es que no puedes manejar un coche que está estacionado. Lo que quiero decir es que muchos de nosotros estamos tan preocupados por cometer un error o de tomar una decisión equivocada que terminamos paralizados y sin hacer nada en absoluto. Los jóvenes que se encuentran en esta situación comúnmente dicen cosas como: “aún sigo discerniendo”, también son conocidos como discernidores perpetuos.

La perfección no tiene lugar en la vida espiritual ni en el acto de discernir la voluntad de Dios. Dios tiene un plan hermoso para tu vida, pero por lo general está esperándonos a que giremos la llave y prendamos el motor. ¿A qué me refiero? ¡Sal a una cita romántica! ¡Visita un convento! ¡Habla con una hermana religiosa! ¡Visita un seminario!

No se trata de que solo te sientes a esperar a que Dios te envié un correo electrónico espiritual.

En mi experiencia, Dios siempre comienza a hablar cuando yo comienzo a actuar. Y si llego a un camino sin salida o recibo un “no” como respuesta, ¡alabado sea el Señor! Por lo menos he encontrado una respuesta. Muchos de nosotros tenemos miedo a un rechazo, pero al discernir la voluntad de Dios, un “no” es tan bueno como un “sí”.

Cuando comencé a trabajar como director de vocaciones de la Arquidiócesis de Denver, me sentía mal y frustrado por tener que decirles a ciertos hombres que “no”. Ellos querían postularse para un seminario, pero por alguna razón, discerní que no era el tiempo correcto o una buena idea para ese hombre en particular. Me sentía como el portador de malas noticias. Me sentía como si estuviera arruinando vidas. Entonces, le recé a Dios y le pedí que me ayudara a ver mi papel en su plan para esos hombres a los que tuve que negar.

Dios contestó mi oración, y vi una imagen de mí mismo como Gabriel el arcángel, llevando las buenas nuevas a la Santísima Virgen María. Dios me estaba diciendo que no soy portador de malas noticias, sino que soy un ángel de buenas noticias.

¿Es difícil decirle a alguien que “no”? ¡Si! Pero ¿lo veo como una parte necesaria del proceso de discernimiento para ayudar a este hombre a conocer la voluntad de Dios? Si.

Aliento a todos a tomarse un momento para reconsiderar como Dios nos está hablando y actuando en nuestras vidas. Cuando todos nos involucramos en el discernimiento, se hace la voluntad de Dios.

El padre Ryan es el director de vocaciones de la Arquidiócesis de Denver.

Imagen de Josh Applegate | Unsplash

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