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Clarisas Capuchinas de Guanajuato celebran 30 años en Denver

Las primeras hermanas Clarisas Capuchinas llegaron a Denver la mañana del 17 de noviembre de 1988, provenientes de la ciudad mexicana de Irapuato, Guanajuato. Diez de ellas habían sido elegidas de las 42 que habitaban en su anterior monasterio mexicano y estaban listas para fundar el tercer monasterio de su orden en los Estados Unidos. Treinta años después, dicen estar sobre todo agradecidas por la ayuda y el apoyo que han recibido de tantas personas y celebraron su día con una misa presidida por el arzobispo de Denver Samuel J. Aquila en el monasterio Our Lady of Light el 17 de noviembre.

“Nosotras lo que más experimentamos es acción de gracias a Dios por permitirnos estar en este país y por todos estos años”, dice la Madre María de Cristo, abadesa del monasterio Our Lady of Light en Denver. “Ciertamente la comunidad no ha crecido mucho, pero Dios se ha manifestado siempre, no solamente a través de más hermanas, sino también de muchas personas que han tocado nuestras vidas y que también sienten que sus vidas han sido tocadas por las nuestras”.

Seis de las ocho hermanas que viven en el monasterio localizado en el vecindario Highlands de Denver forman parte del primer grupo de diez que atendió a la llamada de Dios por medio del provincial capuchino de la zona central de este país, Charles J. Chaput, ahora arzobispo de Filadelfia y previo arzobispo de Denver, a fundar un nuevo monasterio. El entonces arzobispo de Denver, J. Francis Stafford, pidió que esta fuera la ciudad elegida. Hoy, la orden cuenta con dos jóvenes aspirantes.

La Madre María de Cristo insiste en la espiritualidad capuchina de confianza en la Divina Providencia, la cual en los últimos años ha sido reflejada en su esperanza de poder construir un nuevo monasterio y de recibir más vocaciones.

“Cuando llegamos, recibimos esta propiedad que pertenece a la arquidiócesis. Aunque era anteriormente la rectoría de la parroquia de San Patricio, se adaptó para nuestras necesidades”, comparte la madre. “Ahora [el vecindario] está muy poblado y ruidoso para la vida contemplativa, así que esperamos construir uno en un lugar más tranquilo”.

Originalmente, las hermanas habían comprado un terreno en Watkins para construir su nuevo hogar. Sin embargo, debido a la constante actividad de las empresas petroleras en su perímetro, decidieron venderlo. Ahora esperan comenzar a construir su nuevo monasterio el próximo año en un terreno de Bayers que les fue donado por una familia de ese lugar, aunque solo han recaudado la mitad de los fondos necesarios.

“Ojalá en el futuro este nuevo monasterio en otro sitio tenga un ambiente mejor, incluso para vocaciones, en el que [más jóvenes] encuentren ese espacio al que se sienten llamadas, de más intimidad con Dios, de más silencio, de ambiente más contemplativo para todas”, expresa la abadesa.

Las hermanas Clarisas Capuchinas viven una espiritualidad contemplativa, en la que su ministerio más importante es la oración. Hacen votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia y viven en comunidad.

“No es que renunciamos al amor, sino que nuestro amor está centrado en Cristo esposo – vivimos nuestro voto de castidad como una relación esponsal en Cristo”, afirma la Madre María de Cristo. “[Tampoco] es una vida centrada en nosotras mismas, sino que aquí estamos por los demás, precisamente para ofrecer nuestra vida, nuestros sacrificios e interceder por las necesidades de todos y de la Iglesia”.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez es el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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